15 de marzo de 2011

The Cotton Club - Fraancis Ford Copolla 1984

Apreciación del Montaje.

The Cotton Club posee una estructura de montaje alternado, las cuales nos presentan a dos personajes principales, un músico blanco, y un bailarín de tap negro, en torno a un mismo núcleo, que es The Cotton Club, en que confluyen las relaciones de estos con diversos personajes.
Progresivamente se van haciendo mas estrechos los lazos que los unen, estableciendo lo que les va ocurriendo a cada uno de ellos, sin perder la pista de ninguno, creando nexos y relaciones en la cual nos arma un activo e intrigante drama.
Dándonos  a conocer lo difícil que les era para algunos abrirse paso en el espectáculo de antaño, por el simple hecho de ser de color, en el caso contrario apreciamos lo fácil que es dar un paso a la ambición y poder controlarlo, conjugados con el romance y las balas, que  inmiscuyen a los dos artistas.
Un montaje ágil y rápido de digerir, en sucesiones de planos medios y primeros planos en los diálogos y sobretodo movimientos de cámara para los encuadres, que nos hace mucho más participe de las acciones.
Diferente es cuando los artistas demostraban sus aptitudes, un solo plano general nos tenia expectantes durante largo tiempo seguido, que para nada se tornaba monótono.
Descripciones y visualizaciones en la etapa de los asaltos en un gran elipsis, con imágenes superpuestas de tiroteos, periódicos de la época, dinero, show y sangre.
Estableciendo el punto álgido en una acción en donde ambos artistas sin saber jamás de ellos se relacionan, uno salvándole la vida al otro, dejando la alternancia de lado para unirse en una línea de acción en ese único momento.

Como se utiliza la música en función del montaje.

La música es el principal protagonista, sin ellas los personajes y The Cotton Club no serian posibles, el jazz de primeras décadas del siglo XX, ágil con un pulso sucesivo marcan el ritmo raudo y alerta de la película.
Como música no incidental, siempre esta presente, como la identidad, no ajena,  nos proporciona un respiro, mientras los conflictos se desencadenan y resuelven, da conocer la vida de los personajes, la vida de la época, el sentimiento vivo de las escenas, no distrae de lo que sucede, al contrario nos hacen participen de manera indiscutida.
Cuando la música es ejecutada por la banda o es interpretada por los zapatos del bailarín, el lenguaje cinematográfico se desdobla y se ausenta de alguna forma, dejando ser protagonista a la música, con planos únicos que no distraen, como cuando uno observa un show y no despega los ojos de su punto de atención.
Es la caparazón del delito de elite, bajo el sonido de la música, se hacen y deshacen crímenes y fechorías impunes para esa sociedad.
También es el arma de seducción mutua, cada uno en lo suyo, el cornetista entregando su talento en función de la conquista femenina, el canto sensual que provoca los delirantes celos del holandés, los métricos y rápidos zapateos de los negros, que confirman su condición y unidad entre ellos y como la danza  de una de las musas del Cotton Club deslumbra al protagonista del tap, en un entretenido lenguaje reciproco de conquistas y talentos.

Es un trabajo muy fino y cuidadoso, todos tenemos una banda sonora personal que la interpretamos, dedicamos temas, silbamos en la calle, cantamos con amigos, creo que a esto y a una época refleja The Cotton Club, la cotidianeidad de un músico un bailarín, etc.  La música nos trae recuerdos, buenos, tristes, de acuerdo a esto nuestra vida también es un montaje a veces a propósito y otras es lo que el destino nos depara.
El subliminal mensaje que nos entrega the Cotton Club, de mi punto de vista es construir la vida, buscarla, colocarle la música que uno desee, el ritmo que uno desee, y no al contrario, que no haya música ajena a nosotros, construir luna propia banda sonora de la vida.
Como película Hollywodense era de esperar un final feliz, en la realidad posiblemente el cornetista, la cantante, la bailarina y el zapateador hubieran muertos.

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